Eliseo sucesor natural de Elías en el ministerio profético, era un hombre con visión. Desde su juventud mostró hambre de Dios y a través de esta búsqueda persiguió su objetivo con tenacidad. Delante de sus ojos la visión del Señor que permaneció en un ministerio aun mayor y mas lleno de milagros que el de Elías. Impresionado y animado por la tenacidad de Elíseo, Elías quiso saber qué era lo que buscaba:
- Tres veces el Señor instruyó a Elías a ir a un lugar específico: Betel, Jericó y el Jordán.
- Tres veces Elías le pidió a Eliseo que se quedara atrás, pero en cada oportunidad Eliseo se negó a obedecerlo.
Cuando habían pasado, Elías dijo a Elíseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Elíseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. Viéndolo Elíseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio. 2 Reyes 2:9-12
Al ver Eliseo esta visión, de acuerdo al relato bíblico, quedó consternado, además de recibir la doble porción. Es probable que la misma gloria de Dios haya estado ahí, acompañada por las innumerables huestes celestiales que le acompañaban.
Lo que sea que Eliseo haya visto, quedó profundamente afectado por la visión, y esta lo sustentó por el resto de su vida. Aunque esta no fue la única visión que Eliseo vio de carrozas y hombres de a caballo.
Y oró Eliseo al Señor, diciendo: «Te ruego, Señor, que abras sus ojos, para que vea.» El Señor abrió entonces los ojos del criado, y éste vio que la montaña estaba llena de caballería y de carros de fuego alrededor de Eliseo.
Dios nunca cambia, El es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Dios mismo a través de los años se ha mostrado a nuestras vidas de maneras sobrenaturales, mas nosotros olvidamos quién es El y lo ha que ha hecho por nosotros y lo que puede hacer a través de nosotros. El propósito de las visiones es conducirnos al cambio y al crecimiento y cuanto más cambiamos (para mejor), más somos llevados a nuevos niveles de gloria.
Pablo, el apóstol, enfatiza en el primer capitulo de Efesios:
Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos.
Oremos para que nuestros ojos sean abiertos a lo que el Espíritu nos quiera revelar, oremos para que seamos iluminados para experimentar la esperanza a la que hemos sido llamados, para lo que sea que se enfrente a nuestros ojos, en eso nos convirtamos. Por lo tanto, entregamos nuestros ojos, mente y corazón al Señor y El nos conceda la visión que nos sustente por el resto de nuestros días.
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